Sanz, sobre el funcionamiento interno · Memorias NILSA

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José Ignacio Sanz en Aribe

Sobre el funcionamiento interno

"Había cinco o seis depuradoras que habían construido las Confederaciones Hidrográficas"

Pregunta: ¿Y con qué estructura interna contabais?
Respuesta: Logramos ser lo suficientemente “seductores” como para montar un equipo de una decena de personas principalmente del ámbito de la ingeniería. No era fácil porque la retribución en la empresa privada en aquel entonces triplicaba a la de la empresa pública, asimilable a la Administración. Pero fuimos convincentes y atrajimos a gente que estructuramos en torno a tres secciones: Proyectos, Operación y Mantenimiento y Administración. Ese esquema se ha mantenido hasta hoy y ha sido efectivo porque otras Comunidades Autónomas que han ido a un esquema más administrativo, que no se responsabiliza ni de ejecutar las obras ni de explotar las depuradoras, terminan por ser subsidiarias en el modelo, relegadas a meros organismos financiadores. Esto se observa muy bien si pensamos en un ayuntamiento con dificultades económicas. El mantenimiento de una depuradora puede costar lo mismo que todo el alumbrado público y a la hora de priorizar en caso de problemas de tesorería, la presión siempre va a favorecer cuestiones más visibles para los vecinos, no una instalación cuyos beneficios se disfrutan, además, aguas abajo, ni tan siquiera en la propia localidad. Por eso, si un organismo se limita a financiar la depuración no controla todo el proceso. Pero si lo gestionas al completo, te aseguras de que el dinero del canon se utiliza para su objetivo: depurar el agua residual. Llegas hasta el final.

P: ¿Existía alguna depuradora en Navarra cuando NILSA nació?
R: Sí, había cinco o seis que habían construido las Confederaciones Hidrográficas del Ebro y del Cantábrico. Pero la propia idiosincrasia de las confederaciones, que dependen del Gobierno central, y sus convenios con las entidades locales a veces daban lugar a que las depuradoras no funcionaran todo lo bien que debían. Ahora mismo su labor es más de control y eso está más acotado. De todas formas, y a pesar de las estaciones construidas, en Navarra no podíamos sacar pecho en absoluto porque el 95% de las aguas residuales no se trataban en absoluto antes de volver al río. Y además eso contaba con la aceptación social: la opinión pública lo veía como algo colateral al progreso, una consecuencia inevitable del desarrollo industrial.

P: Así que en los 80 la situación estaba cruda…
R: Sí, las ciudades vivían de espaldas a los ríos, preocupadas en el crecimiento económico, social, industrial y los desarrollos urbanísticos que traía aparejados. Por eso, nuestra filosofía inicial no se ceñía sólo a depurar el agua residual, sino que buscaba una recuperación integral del río, de sus ecosistemas, de sus márgenes… Todo estaba muy degradado y la depuración por sí sola no iba a bastar para revertir la situación, así que había que poner en marcha más medidas. En ese contexto y con ese empuje creamos también el Parque Fluvial de la Comarca de Pamplona.

P: Eso sucede ya en el año 2000.
R: Sí, las décadas anteriores han dejado las márgenes de los ríos invadidas de huertas, casetas, industrias, vertederos espontáneos… La mayoría de los usos populares y recreativos de los ríos habían sido abandonados y con ello aún se degradaba más el entorno. Probablemente, los únicos preocupados por los ríos eran los pescadores que vivían en primera persona aquella realidad, pero aún así, esta actividad es propia de los tramos altos del río, aguas arriba, donde la contaminación era menor. No había quien entrara en un río en un tramo urbano.

Fotografía: Luis Azanza