Ayuda a la Navegación
Contenido
Estamos en Aribe. En la cafetería de un acogedor hotel rural. Podemos ver el puente sobre el río Irati. En este escenario, Sanz rememora los veinte años del Plan Director de Saneamiento de los Ríos en Navarra y la andadura de NILSA.
“En las décadas de los 70 y 80, muchos residuos iban a parar directamente a los ríos. Los cauces acusaban la contaminación del crecimiento industrial y de los desarrollos urbanísticos, eran una especie de cloaca a gran escala. Y eso que Pamplona había sido una de las primeras ciudades europeas en tener saneamiento, allá por el siglo XVIII. En este contexto, surgió una entidad, el Instituto de Estudios Territoriales (IET), creado en 1984, que se dedicó a dar apoyo en materia territorial al Gobierno de Navarra, que hasta entonces había sido Diputación. Era la época en la que se estaba produciendo un cambio de mentalidad en cuanto a las funciones de la Diputación, que había sido subsidiaria de los ayuntamientos, y cuya evolución a Gobierno foral suponía asumir mayores competencias. El Instituto de Estudios Territoriales era una especie de think tank del Gobierno, que llevaba a cabo estudios en áreas muy diversas. Por ejemplo, inició un programa de desarrollo rural absolutamente novedoso en aquellos años”, introduce Sanz.
Hasta ese momento él trabajaba como freelance, cuando se incorporó al IET, dirigido por el funcionario de Administración Local Fernando Puras, compuesto por unas quince personas y presidido por el titular de la entonces Consejería de Obras Públicas, Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda, Javier Arraiza Beoqui.
José Ignacio no oculta su vocación por el ejercicio libre de su profesión y pensó dos veces lo de ponerse al frente de uno de los planes directores que nacieron en el IET, el de Saneamiento de los Ríos en Navarra. Aunque finalmente lo hizo al presentarse a la plaza de director técnico de NILSA. Posteriormente, fue designado gerente.
“El diseño del esquema financiero de este plan suponía la utilización del Fondo de Haciendas Locales, hecho que reconocía plena y lógicamente el derecho de las entidades locales a participar en los Presupuestos Generales de Navarra”, apunta como uno de los datos más destacables del origen. Y no es para menos porque una perspectiva supralocal implicaba una estrategia más amplia y mejor pensada que iniciativas locales dispersas.
“El IET fue perecedero, estaba ideado para una legislatura. En el inicio de la siguiente, en 1988, se inició el desarrollo legislativo de los ya ideados planes directores que, además del de saneamiento, contemplaban el abastecimiento de agua en alta y la gestión de los residuos sólidos urbanos. Todos ellos se iban a financiar, como ya hemos dicho, con el Fondo de Haciendas Locales. En diciembre de 1988, el Parlamento aprobó la Ley de Saneamiento, que contemplaba la depuración de acuerdo al plan director y a unos objetivos de calidad para el río, en lugar de a demanda de las entidades. Además, el carácter supralocal permitía gravar todas las facturaciones de agua a través del canon de saneamiento, cuya entrada en vigor se estableció en el 1 de enero de 1989. Finalmente, para gestionar el plan se creó NILSA, constituida ante notario el 17 de mayo de 1989.
“Si bien la sociedad como tal se creó en mayo, la ley establecía que la recaudación tenía efectos desde el 1 de enero, así que lo primero que hice fue componer un equipo pequeño, en el que ya figuraba Andrés Sola, y organizar cómo íbamos a dar a conocer el canon a todas las entidades locales. El primer año fue muy laborioso porque teníamos que preparar todo, desde impresos hasta charlas explicativas en los ayuntamientos”, describe Sanz sobre los comienzos de NILSA.
Fotografía: Luis Azanza
Ayuda a la Navegación