Genio y figura · Memorias NILSA

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José Ignacio Sanz Arbizu

Genio y figura

José Ignacio Sanz, primer gerente de NILSA

Cuando terminas tu primera conversación con él, sientes que es una de las personas más afables que has conocido. Suave en sus maneras, exquisito en sus modales y casi siempre sonriente, cuenta con un timbre de voz que envuelve al interlocutor. Posee, además, la seducción de la palabra. Sin embargo, superado el primer contacto, te das cuenta de que estás, paradójicamente, ante un hombre con una firmeza de hierro.

Expone sus convicciones con mesura, con una fina inteligencia que salpica su razonamiento con argumentos tomados de aquí y de allá –siempre cosmopolita y bien informado–, tamizados por sus criterios personales. Y es que José Ignacio Sanz Arbizu tiene tacto hasta para corregir a su interlocutor cuando éste se equivoca. No le hace ver su error, sino que ofrece la respuesta correcta como parte de su parecer. Sutil. Aterciopelado. Tan flexible y tan inquebrantable como el acero.

De aspecto cuidado y maneras pausadas, su aspecto resulta una mezcla entre gentleman inglés y verde alemán. Un Daniel Cohn-Bendit dedicado a lo que le gusta: el progreso sostenible. Amante de la naturaleza y europeísta, ha recorrido el corazón del viejo continente en bicicleta y furgoneta, observando y absorbiendo todo lo que algunos países nos llevan de ventaja en movilidad no contaminante y en integración paisajística de las grandes urbes con los ríos.

“Tengo por costumbre bañarme todos los meses del año en el mar”, da como pincelada. No siempre en el Cantábrico, claro, porque la temperatura del agua le condiciona, pero procura cumplir consigo mismo. Y así se sigue describiendo, de pincelada en pincelada suelta, como un cuadro impresionista. Hay que esperar a ver el conjunto para poder captarlo en todo su sentido.

Aficionado a la fotografía y a las artes plásticas, imprime su particular toque artístico a todo lo que hace. Y eso que él es un hombre de ciencias, ingeniero industrial de formación, pero humanista de sentimiento. Alguien dispuesto a poner en práctica las cuatro virtudes clásicas: sabiduría, justicia, fortaleza y templanza. “A cada uno lo que es suyo” subraya en un momento de la entrevista en que recordamos a una persona que queda lejos en el tiempo y el espacio, y cuya presencia y mérito José Ignacio pone en su lugar. No hubiera sido necesario, pero él ha tenido memoria y deferencia. Le honra.

Nos encontramos en Aribe, a las orillas de uno de los ríos más bellos de Navarra, el Irati. En una casona de piedra y madera, mecidos por el crepitar de la leña en la chimenea, Sanz Arbizu hace memoria de cómo surgió NILSA. Con mucho realismo y sin paños calientes, comienza el relato.

Fotografía: Luis Azanza